Mi bebé cumplió 18 años y ya no busca mi mirada para encontrar aprobación o dirección. Ahora elige sus propios pasos, decide sus momentos y traza su camino. Y yo, como madre, a veces me descubro luchando contra la necesidad de reconducirle. Sé que muchas familias, muchas madres, sienten algo similar.
Es difícil mantener la calma mientras crecen, se alejan del hogar y toman decisiones que, desde nuestra experiencia, no siempre parecen las mejores. Sin embargo, llegar a esta etapa de claridad, de dejar ir, no ha sido fácil. Ha requerido recorrer un camino lleno de tropiezos, aprendizajes y logros compartidos.
Hoy quiero compartir con vosotras, familias, y también con esos adolescentes que puedan leerme, algunas lecciones de vida que me han marcado. Porque no se trata de pretender impedirles vivir su propio camino, sino de ofrecerles herramientas para que lo recorran con serenidad y fortaleza.
Desde que fui madre, muchas de mis decisiones importantes han tenido como objetivo cuidar y proteger a mi hijo y a otros niños, niñas y adolescentes. Divulgar sobre salud mental, entrar en redes sociales, e incluso escribir «Solo necesito que me aceptes, la salud mental en la adolescencia» , ha sido mi forma de acompañar a madres y padres que, como yo, buscan mantener la calma mientras sus hijos crecen y toman decisiones inciertas.
Hoy, con la serenidad que me ha dado el tiempo, le hablaría a mi hijo como a cualquier adolescente que busca su lugar en el mundo. Le hablaría desde la certeza de que la vida no siempre será fácil, pero que incluso en la adversidad encontrará motivos para seguir adelante.
Lo que me gustaría decir a mi adolescente: Estas son algunas lecciones que he aprendido en mi camino y que espero puedan ayudarle a evitar o superar algunos tropiezos:
-
Confía en ti, incluso si dudas.
Nunca rechaces una oportunidad por miedo a no ser suficiente. Personas menos preparadas y menos capaces a menudo lo intentan y logran cosas increíbles. Si algo te interesa, hazlo, aunque no estés seguro del resultado. De lo contrario, vivirás con la incómoda sensación de que podrías haberlo hecho fenomenal. Si fallas, aprenderás; si aciertas, descubrirás todo lo que eres capaz de lograr. -
No tengas miedo de intentarlo, aunque parezca imposible.
Preséntate a ese examen, esa entrevista o ese reto, incluso si crees que es inalcanzable. La vida está llena de resultados inesperados. Puede que logres ese puesto que creías imposible o surja una buena oportunidad cuando menos lo esperes. El miedo al fracaso no debería ser una barrera; recuerda que intentarlo ya es un éxito en sí mismo. -
Aprovecha el momento.
Las oportunidades, aunque ahora no lo creas, no siempre vuelven a pasar. Si tienes un plan de ocio, un proyecto o un sueño que te emociona, no lo pospongas. La energía, las circunstancias y las personas cambian con los años. Vive el presente, porque es ahora cuando tienes la posibilidad de construir recuerdos que te acompañarán siempre con la gente que quieres. -
Valora tus principios, pero sé flexible contigo mismo.
Habrá momentos en los que tus valores serán puestos a prueba. No es fácil mantenerse firme, pero ser coherente contigo mismo es una fuente de paz interior. Sin embargo, si en algún momento necesitas transgredir tus principios para tomar una decisión difícil, no te castigues. Reflexiona, haz la mejor elección posible y sigue adelante sin mirar atrás. La clave no está en ser perfecto, sino en ser capaz de perdonarte y aprender. -
Encuentra la paz en ti mismo.
El mundo puede ser un lugar caótico, pero lo más importante es que no dejes que esa violencia externa resida en tu interior. Cuida tu descanso, aliméntate bien y mantén tu cuerpo sano. Si logras armonía en tu interior, puedes enfrentarte a cualquier dificultad con serenidad y fuerza.
Y por último, quiero decirte esto:
La vida es un camino lleno de retos, aprendizajes y situaciones inesperadas que nos llenan de asombro. Habrá días en los que te sentirás perdido o abrumado, pero recuerda que siempre tendrás un lugar al que regresar. Ese lugar está dentro de ti, en la seguridad de saber que eres capaz, que eres valioso y que eres amado. Cree en ti. Sé valiente. Y si alguna vez tropiezas, yo estaré aquí para recordarte que te quiero, te admiro, te acompaño y que el verdadero valor está en levantarse y seguir adelante.
PD: esta entrada ha sido elaborada desde tierras manchegas, mientras mi hijo y mis sobrinos enfrentan su adolescencia. Me he inspirado en una conversación que tuvimos ayer con Víctor, un hombre adelantado a su tiempo, que nos conoció, a mi compañero de vida y a mi, cuando aun éramos personas adolescentes. Gracias por la inspiración.
Fotografía de portada de mi propia autoría, mientras disfrutaba de unas vacaciones con mi hijo adolescente. Por favor no utilizar mis fotografías sin mi permiso. Gracias.