Hace pocas horas he vivido una experiencia que me ha producido una mezcla de emociones: incredulidad, vergüenza y preocupación. He sido víctima de una estafa en WhatsApp. Como psiquiatra infantil y de la adolescencia y usuaria activa de redes sociales, siempre he sido consciente de los riesgos digitales, pero esta situación me recordó que nadie está exento de ellos. Tengo que reconocer que gracias a mis conocimientos sobre seguridad en la red, en parte adquiridos durante el tiempo que he participado en el grupo de trabajo de la Agencia Española de Protección de Datos, tenía activados todos los filtros posibles de seguridad y fue sencillo resolver el problema.
¿Qué sucede cuando nos roban la cuenta de WhatsApp? Los ciberdelincuentes pueden acceder a nuestras conversaciones, fotos y datos personales. Además, pueden suplantar nuestra identidad para estafar a nuestros contactos, solicitando dinero o información confidencial.
¿Cómo podemos protegernos y proteger a los demás?
Activa la verificación en dos pasos: Esta función añade un extra de seguridad a tu cuenta.
No compartas códigos de verificación: Ni siquiera con personas de confianza. Es buena idea que con la familia más cercana acordéis una palabra de seguridad, que solo vosotros conozcáis por si os surgen dudas sobre con quien estais hablando.
Informa a tus contactos: Si sospechas que tu cuenta ha sido comprometida, avisa a tus contactos para que estén alerta ante posibles mensajes fraudulentos. Se que es dificil reconocer que has sido ingenua y has confiado, que has sufrido una estafa, pero lo más responsable es advertir al resto de tus contactos para que no les ocurra lo mismo.
¿Y porque te cuento esto? Mi reflexión de este suceso, como usuaria y como profesional de salud mental, es que he entendido la importancia de abordar estos temas con sensibilidad y comprensión para evitar que la persona sienta miedo o se avergüence y no pida ayuda. Algunos de mis contactos se solidarizaron conmigo, otros mostraron curiosidad por cómo había sido, por si podía sucederles a ellos y otros se burlaron de mi. Han sido unas horas algo incomodas y de incertidumbre, que por suerte afronté con serenidad.
Es fundamental que eduquemos a nuestros hijos e hijas sobre los riesgos de las redes sociales y fomentemos un ambiente de confianza donde puedan compartir sus experiencias sin miedo al juicio. Caer en una estafa no define tu inteligencia ni te devalúa. Lo importante es cómo respondemos y aprendemos de estas experiencias. Enlazo aqui la guía de salud digital en menores de la Agencia Española de Protección de datos.
Nota: A partir de ahora, compartiré más contenido en este blog sobre mis trabajos y reflexiones relacionadas con la salud mental y el uso consciente de las redes sociales. Espero que mi experiencia sirva para aprender juntos y apoyarnos mutuamente.